Marie-Jean Rose Bertin (1747-1813) fue una "marchande du modes". Fue la sombrerera y modista de la reina María Antonieta. Fue la primera diseñadora francesa célebre, se le acredita abiertamente el haber traído la moda y la alta costura a la palestra pública.

Uno de los pocos retratos de Madame Bertin
NACIMIENTO: 2 Julio de 1747 (Francia)
FALLECIMIENTO: 22 Diciembre de 1813 (Epinay Sur Seine) a los 66 años
NACIONALIDAD: Francesa
OCUPACIÓN: modista, diseñadora
Fue aprendiz de modista a muy temprana edad, a los 15 años llega a París. Abrió su propia tienda de ropa -Le Grand Mogol- en 1770 y rápidamente encontró clientas entre las influyentes damas de la nobleza, incluyendo a la Luisa, duquesa de Chartres, que también patrocinó en Versalles a la pintora Élisabeth Vigée-Lebrun, que se encaprichó con sus diseños.
Cuando María Antonieta llega de Austria a Francia, acoge los nuevos estilos y modas como forma de mostrar su sincera dedicación a su nuevo país. La duquesa de Chartres le presenta a Rose Bertin en 1772. En un cuarto especial en el palacio de Versalles Rose Bertin creaba nuevos y numerosos vestidos para María Antonieta, ya que no podía ser admitida en el compartimiento donde esperaba la reina y sus damas, por ser plebeya.
Dos veces a la semana, luego de la coronación de María Antonieta, Bertin presentaba sus nuevas creaciones a la joven reina y pasaba horas discutiendo sus creaciones. La reina adoraba su guardarropa y estaba apasionada con cada detalle y Bertin, su sombrerera, se convirtió en su confidente y amiga.
En la mitad del siglo XVIII, las mujeres francesas habían comenzado a hacerse el "pouf" (crecer y alargar sus cabellos con colchas y pomadas) y usaban grandes y lujosos vestidos. Bertin usaba y exageraba las modas más importantes para María Antonieta con peinados de alturas sobre los tres pies. La moda del pouf alcanzó tales extremos que se convirtió en la marca del periodo, junto con decorar el cabello con ornamentos y objetos que mostraban eventos recientes.
"pouf"
La moda continuó su fluctuante progreso; y los sombreros y adornos de la cabeza altísimos con sus superestructuras de gasa, flores y plumas, impedían a las mujeres encontrar carruajes suficientemente altos para entrar, y muy a menudo se les veía inclinadas, o manteniendo sus cabezas adornadas fuera de la ventana.
Si el uso de estas extravagantes plumas y adornos en la cabeza hubiera continuado, dicen las memorias de este periodo muy seriamente, habría efectuado una revolución en la arquitectura. Hubiera sido necesario agrandar las puertas y techos de los teatros, y particularmente el cuerpo del carruaje.
Una vez la reina ordenó los más recientes looks a Rose Bertin, entre ellos el provocativo "robe a la polonaise", con el corpiño que realzaba el pecho, con ondulantes faldas que descubrían los tobillos, el conjunto era coronado por un "pouf".
"robe a la polonaise"
Los imponentes robes à paniers cubiertos con pedrerías y volantes, los zapatos bordados con diamantes, y los peinados monumentales son llevados esencialmente en la corte, en los bailes, en las fiestas o en el teatro.
En 1783 Élisabeth Vigée-Lebrun retrató a María Antonieta luciendo la famosa "robe chemise" diseñada por Rose Bertin, lo cual fue tan escandaloso para su época que se tuvo que pintar un segundo retrato de la Reina con un adecuado vestido de corte.
"rope chemise"
María Antonieta convocó a Bertin para vestir una muñecas a la última moda como regalo para sus hermanas y su madre la emperatriz María Teresa I de Austria, estas muñecas fueron llamadas "Pandoras", y podían ser hechas de cera, madera o porcelana, tenían un poco menos del tamaño que una muñeca de juguete común, o podían ser tan grandes como la mitad o igual a una persona real.
Muñecas "Pandora"
Llamada "Ministro de la Moda", Bertin fue la mente tras casi todos los nuevos vestidos comisionados por la Reina. Los vestido y los cabellos se convirtieron en el vehículo personal de la expresión de María Antonieta, y Bertin vistió a la Reina desde 1770 hasta su destronamiento en 1792. Bertin llegó a ser la figura más poderosa de la corte, y ella presenció y algunas veces efectuó profundos cambios en la sociedad francesa. Sus largos y ostentosos trajes aseguraban que quien los usara tomaría al menos tres veces más espacio que su contraparte masculina, en este sentido daba a la figura femenina una imponente, no pasiva, presencia. Sus creaciones también establecieron a Francia como centro de la moda, y desde entonces los vestidos hechos en París fueron enviados a Londres, Venecia, Viena, St. Petersburgo y Constantinopla. La imitada elegancia parisina establecía la reputación mundial de la couture francesa.
Bertin llega a vestir a la reina Sofía Magdalena de Suecia, a la reina María Luisa de España, a la reina de Bohemia, a la reina de Suiza, a la Duquesa de Devonshire y a la Zarina María Feodorovna de Rusia, y otras personalidades de la época, creando un auténtico imperio del traje desde su tienda en la calle Saint Honoré.
Bajo el generoso patrocinio de la reina, el nombre de Bertin se convirtió en sinónimo de elegancia y de los excesos de Versalles. La cercana relación de Bertin con la Reina la proveyó de una valiosa experiencia en cuanto al significado de la moda en el aspecto social y político en la corte francesa.
No había una sola mujer que no tuviera el mismo vestido, la misma capa y las mismas plumas que le habían visto usar a la reina. Las mujeres se agolpaban alrededor de Mademoiselle Bertin, su sombrerera y modista: había un absoluta revolución en el vestido de las damas, quienes daban importancia a esa mujer. Las madres y maridos murmuraban, dando lugar a escenas de discusiones domésticas con la queja de que : esa reina será la ruina de todas las damas francesas.
Los precios de Rose Bertin eran exorbitantes, así lo documentan los récords anuales de los gastos de ropa de María Antonieta en las cuentas de la modista, pues la reina nunca usaba nada dos veces; los trajes y sombreros de Bertin podían fácilmente costar 20 veces más de lo que una hábil costurera de la época ganaba al año.
Cuando estalla la Revolución Francesa, María Antonieta, instintivamente, abandona las nuevas tendencias. Nerviosos, los burgueses y nobles, incluyendo el rey, adoptan la insignia tricolor republicana con simples y modestos tajes tricolor. Pero la reina utiliza una insignia blanca Borbon, su nuevo vestido era púrpura y dorado, y usa sus diamantes. Todos podían ver como María Antonieta no tenía sentido político, solo una fe ciega en el privilegio real.
A principios del mes de junio de 1971, previo al plan de escape de María Antonieta y su esposo, arreglado para el 20 de ese mismo mes, la reina ordenó a Rose Bertin una gran cantidad de trajes para viajar para ser hechos lo antes posible. El descubrir la orden, se cree, fue la confirmación de la sospecha del plan de escapar de la familia real fuera de España.
Durante la Revolución Francesa, cuando muchos de sus nobles clientes fueron ejecutados (incluyendo la reina, guillotinada) o huyeron al extranjero, Bertin trasladó su negocio a Londres.
Mientras tanto, pudo atender a sus antiguas clientes entre las emigrantes, y su moda de las muñecas de moda (pouppeè du mode) continuó circulando por otras capitales europeas, tan lejanas como St. Petersburgo.
Eventualmente, Bertin regresó a Francia en 1795, donde Josefina de Beauharnais (primera esposa de Napoleón) se volvió clienta por un tiempo, pero encontró que esos excesos de la moda de la era se habían debilitado después de la Revolución Francesa.
Al iniciar el siglo XIX, Bertin transfirió su negocio a su sobrina y se retiró.
Murió en 1813 en su casa de Epinay sur Seine.
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